El estrés es el estado fisiológico que experimenta el ser humano ante la necesidad de adaptación para poder sobrevivir.
Ante un peligro, nuestro organismo se prepara para defenderse y en él ocurren una serie de cambios. En este tipo de situaciones aumenta nuestro ritmo cardíaco, aumenta la tensión arterial y la sangre se va desde el estómago hacia brazos, piernas y cabeza. Todo ello para poder pensar rápido, luchar contra la adversidad o huir si fuese necesario.
El problema se produce cuando el estrés se hace crónico. Entonces, se producen daños no solo a nivel del sistema nervioso y puede afectar también al aparato digestivo y al funcionamiento del intestino.
Los principales síntomas derivados de los problemas digestivos son los de tipo funcional: estreñimiento, diarrea, distensión (hinchazón) abdominal, acidez, dolor abdominal.
Para prevenir todos estos problemas, debemos mejorar nuestros hábitos alimentarios y controlar nuestro estrés. Existen técnicas de relajación, pilates, yoga… métodos que ayudarán a controlar nuestras emociones y estar preparados para gestionar cualquier tensión.